U I L
Dos bocadillos exóticos y un
plato fuerte tradicional se ofrecieron en el banquete musical celebrado el
pasado viernes en el Teatro Colsubsidio Roberto Arias Pérez. El
chileno José Luis Domínguez Mondragón dirigió el convite que estuvo a cargo de
la Orquesta Sinfónica de Colombia. El menú servido incluyó una entrada
japonesa, el Concierto para Xilófono y
Orquesta de Toshiro Mayuzumi. Exquisito abrebocas que rompió la, en ocasiones,
monótona carta ofrecida en las salas de concierto. La sola presencia del
xilófono, frente a la orquesta sobre el plató, brindaba un refrescaste
contraste a los ojos de quienes pudieron apreciar la sonoridad de este
instrumento que no suele protagonizar las recetas de los platos ofrecidos por
los grandes músicos de Occidente. La interpretación corrió a cargo de otro
chileno, el percusionista Gerardo Salazar, que logró llamar la atención de
los comensales, lastimosamente pocos, que asistieron a este concierto, el
segundo de la serie “Grandes obras maestras”.
El convivio prosiguió con un canapé
de origen norteamericano que, no obstante, mantuvo el sabor del abrebocas y
agregó algo de sazón a las viandas. Se trató del Concierto para Timpani del joven compositor Russel Peterson. Esta
obra, escrita en 2002, sacudió de sus sillas a algunos asistentes; la fuerza emanada por los cinco tambores del timpani asemejaban el poder de una tormenta.
Después vino la
calma. Un breve descanso para hacer espacio al plato principal, al retornar a la
sala el escenario volvió a mostrar la clásica formación de una orquesta tradicional,
que, después del xilófono y el timpani, daba una sensación de novedad. A los
asistentes les esperaba, nada más y nada menos que la Sinfonía No. 3 de Beethoven, todo un plato fuerte. La monumental Heroica brindó a los paladares de los
asistentes a este ágape, el toque sofisticado que podría esperarse, como no, de
todo un clásico de la tradición musical europea.
Esta vez no hubo postre, será para
otra ocasión, sin embargo, como sucedáneo, podría agregarse que este tipo de festines
multiétnicos deberían presentarse con mayor frecuencia, nunca está de más poder
disfrutar de una variedad sonora que permita degustar nuevas y exóticas fusiones.
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